domingo, 20 de junio de 2021

ERAN DOS BUENOS AMIGOS...

 

 

ERAN DOS BUENOS AMIGOS…


Iba de regreso a casa una tarde fría como las que presenciábamos desde hace más o menos tres semanas ya que el invierno se aproximaba  y me sorprendió no encontrar a la entrada de la estancia meneando su cola con alegría a mi querido amigo y compañero de cuatro patas llamado Salomón.

 

Le silbé,  llamé y nada que aparecía, entré a la casa y busqué por todos los lugares posibles por donde podía estar y no, no le conseguí.

 

El corazón me dio un vuelco, ¡me lo mataron!,  fue lo primero que pensé, porque era demasiado travieso y le gustaba corretear a los automóviles que pasaban por el lugar.

 

Pregunté a los vecinos si lo habían visto, pero no sabían de él.  Triste y con las lágrimas que me corrían a granel; regresaba a casa cuando de repente delante de mí aparece Joselito, el hijo del cuidador de la hacienda que tenía apenas ocho años y tomándome de la mano y esbozando una sonrisa que hizo acallar mi llanto, me dice que él sabe dónde está Salomón.

 

La vida y la alegría me volvieron al cuerpo y abrazándole le pido  por favor me dijera dónde estaba mi perro; y señalando con su dedito lo alto de la colina me dijo “allá está”.

No sabía que Salomón anduviera por esos lados, por eso no había subido esa cuesta a buscarle.

Con la ayuda de Joselito llegamos a una cueva que ya por la hora se encontraba en penumbras, mas no tan oscura que no permitiera ver bien; mas sin embargo, encendí una pequeña linterna de mano  que llevaba siempre en el llavero y nos adentramos en la cueva.


Para mi sorpresa, allí estaba Salomón quieto, no se movía y pensé que algo le pasaba, estaba debajo de un pedazo de alfombra y solo porque movió sus ojos supe que vivía; pero mayor sorpresa recibí, cuando a su lado debajo de la alfombra apareció un pequeño y hermoso búho que se pegó a su cara.

 

Eran amigos! No sabía sí reír o llorar al contemplar la escena, se veían tan lindos debajo de ese pedazo de alfombra!

 

Salió de debajo moviendo la cola, me lamió la cara; más atrás se asomo su amigo que no era amigo sino amiga quien cobijaba 3 polluelos de búho para protegerlos del frío.

 

Esa escena se repitió varias veces hasta que pasó el invierno, y el ave con sus crías migró buscando un nuevo hogar; pero jamás olvidó a aquel grande y peludo amigo que a su lado estuvo y de vez en cuando, escuchábamos el ulular cuando sobre el árbol se paraba a saludarle y salía Salomón ladrando para encontrarle.

 

Y como siempre digo… esta historia se ha acabado!


 

Autora: Iris Ponce

Abril 15, 2021

Inspiración Visual 192/Imagen B


EL LIBRO MÁGICO...

 

EL LIBRO MÁGICO...


Era un día cualquiera de una mañana de primavera cuando Sofía, una pequeña y preciosa niña, de cabellos de oro, inquieta y soñadora, se encontró de pronto como por arte de magia, en medio de un inmenso y frondoso bosque de grandes árboles y espeso follaje.

No sabía cómo había llegado a ese lugar, sólo sabía que allí estaba y debía encontrar la manera de regresar a casa, pues sino, su mami se preocuparía al no encontrarla en su cuarto para arreglarla para ir a ver a los abuelos; así que sola y asustada sin pensarlo, comenzó a tararear la canción que le había enseñado su mamá desde muy niña cuando la sentía nerviosa o asustada.

Así, comenzó a caminar por entre los matorrales y de pronto, en un claro del bosque encontró frente a sus ojos recostado entre los árboles un inmenso libro, ¡gigante, mucho más grande que ella!; sintió curiosidad y poco a poco se fue acercando.

Era un libro escrito con palabras que ella no entendía, como en otro idioma, y delante de él, a un costado, como tallado en piedra un gran búho.

De repente, a su espalda escuchó una vocecita que le decía: “anda, tócalo sin miedo”, su libro de cuentos cayó a sus pies, no sabía qué hacer; mientras la voz seguía repitiendo, “acércate sin miedo, tócalo”…

Volteó y no había nadie, solo la estatua del búho que al observarlo de frente vio como sus ojos cobraron vida y su pico se movía repitiendo las mismas palabras.

“No temas le dijo, en un libro mágico, si le pides un deseo, lo cumplirá de inmediato”.

Dicen que la curiosidad mató al gato; y ella curiosa al fin se acercó y ante su ojos, vio como una de las hojas de aquel inmenso libro se desprendía formando palabras que comprendía, al leer cada una de esas palabras, se encontró dentro del libro y asustada, solo pidió que quería regresar a casa y sentir el abrazo de mamá.

Cerró sus ojitos y sintió que giraba y giraba; y así como había llegado sin saberlo a ese bosque, se encontró de nuevo en su cama, con su libro de cuentos y su osito de peluche que abrazó con fuerza; y con asombro, bajó corriendo las escaleras llamando a mamá que se encontraba en la cocina preparando el desayuno, se abalanzó hacia ella y presurosa comenzó a contarle lo que le había sucedido.

Su mamá sonriendo la levantó del piso besándola con ternura y escuchando su historia le dijo…

Los libros tienen algo de magia y tu libro de cuentos hizo que vivieras una de sus historias; por ello, nunca dejes de leer, y siempre encontrarás en cada cuento una historia que en sueños harás realidad.

Y colorín coloráo la historia de la niña curiosa… ha terminado.


Autora: Iris Ponce

Marzo 25, 2021

Inspiración Visual, Imagen “B”