lunes, 23 de diciembre de 2013

ESPERANDO AL NIÑO...


ESPERANDO AL NIÑO…

En un pueblito pequeño, ubicado en las afueras de la ciudad, donde convivían al menos unas 70 familias, se celebraba esa noche, la llegada del Niño Dios, motivo de alegría e ilusión para los más pequeños, ya que esperaban ansiosos sus juguetes, por haber sido niños buenos este año a punto de terminar.

Los vecinos más allegados se reunieron y entre todos lograron armar una modesta mesa, donde había lo suficiente para pasar la noche, acompañados de la música y un buen vino que habían conseguido.

Luego de la cena, los más pequeños salieron al patio a jugar y a cantar, haciendo tiempo para estar despierto para recibir al niño.

Eran cinco, cinco los hermanitos que entre 7 y 2 años, corrían ilusionados tratando de encontrar la manera para poder estar despiertos a la hora en que decían llegaba el niño Jesús.

Samuel, Andrés, Ana, Simón y María, sonriendo, subían y bajaban por los bordes de la calzada, exhaustos de tanto correr estaban, cuando sonó el reloj, indicando que eran ya las 11 de la noche y que debían ir a la cama, todos acordaron estar despiertos para poder ver al Niño Jesús cuando llegara a dejar sus presentes.

Samuel y María, los más pequeños, tan pronto colocaron sus cabecitas sobre la almohada se durmieron, quedando sólo despiertos Andrés, Simón y Ana, que era la mayor y quien decidió que montaría guardia; y que tan pronto lo viera, les despertaría!

Así que Simón y Andrés, se fueron a sus camas, pero no querían dormir, pues estaban seguros que Ana se dormiría primero.

Ana, muy resuelta a ver al Niño, se sentó cerca de la puerta, en una alfombra hecha de mullida tela que invitaba a descansar más, sin embargo, terca como siempre, peleaba con sus ojitos que no deseaban permanecer abiertos, y al final, por más que luchó por intentarlo, se quedó dormida; Simón y Andrés corrieron con la misma suerte.

Ana, acurrucadita en la alfombra, tuvo un lindo sueño, dónde se encontraba al niño, un niño hermoso, cubierto con una luz muy brillante y una aureola sobre su cabeza que le hablo de manera muy dulce, saludándole y diciéndole que

“sé me esperabas impaciente, pero esta noche, la más larga de todas, debo repartir juguetes a los niños más pobres de la tierra, y por esa razón me he retrasado”.

Asombrada ante tan bella presencia, Ana no logró articular palabra alguna y no pudo tampoco, despertar a sus hermanitos.

Escuchaba que el niño, mientras colocaba los presentes debajo del árbol, tarareaba un villancico que le pareció familiar, y a medida que su vocecita se acercaba, despertó, encontrando justo debajo del árbol a su mamá, acomodando los presentes.

Su asombro fue mayor y su carita se iluminó; en silencio, abrazó a su madre y le ayudó a terminar de colocar los juguetes, luego de ese instante casi mágico su mami la cargó, la besó y la acostó en su cama, arropándola y besando su frente para posteriormente quedarse dormida con una hermosa sonrisa.

Al amanecer del siguiente día, sus alborotados hermanos corrían a su alrededor mostrando sus presentes y preguntándole si ella había podido ver al niño?

Ella sonriendo les narró el sueño, haciéndolo ver como real, sin contarles la verdad de quién había colocado los presentes debajo del árbol, ese sería un secreto... su secreto.

Sus hermanitos maravillados y alegres escucharon lo que Ana les contaba, saliendo luego al patio a jugar entre ellos con sus presentes.

Ana y su madre se miraron con complicidad y se dispusieron a preparar el desayuno de la mañana de navidad.


Autora: Iris Ponce
Diciembre 12, 2013

viernes, 20 de diciembre de 2013

Y LLEGÓ SANTA NICOLÁS!


Y LLEGÓ SAN NICOLÁS…

Se acercaba la hora más esperada  y Carlitos estaba muy ilusionado, contando las horas para que el niño Dios dejara los regalos que en la noche de Navidad siempre colocaba  debajo del árbol hermosamente decorado por su Mamá.

Desde hace dos años, el mismo escribía su cartita donde con sumo cuidado y con creyones de lindos colores le contaba que se había portado muy bien todo el año, que había sido un niño bueno, que había hecho todas sus tareas, había respetado a sus padres, a los mayores y que esperaba recibir  todos los juguetes que veía en la tele y comenzó a escribir lo que quería.
Luego con sus pequeños dibujos la adornó, la guardó en un sobre que decía para el Niño Jesús y la colocó en el árbol.

Cada noche colocaba un cojín debajo del inmenso árbol y acompañado de su inseparable osito de peluche, esperaba pacientemente,  deseando estar despierto para cuando viniera el Niño o un enviado del cielo  por su carta, pero siempre se quedaba dormido y cuando despertaba, ya estaba en su cama bien arropadito,  así que cuando se llevaron su carta no pudo saber quién lo hizo.

La noche de Navidad, emocionado y feliz se fue a su cama recibiendo las buenas noches de sus padres y pasada las 11, cuando todo estaba en silencio, bajó las escaleras con su osito e hizo lo mismo que hacía desde hace 2 semanas, esperar pacientemente; y cuando ya estaba casi a punto de dormirse, escuchó unas campanitas que titilaban y una suave brisa que lo arrullaba, no se movió, no por miedo, sino por la emoción de ver en persona no al Niño Jesús, sino al propio San Nicolás que con mucho cuidado estaba dejando sus regalos a un lado del árbol y no lo había visto.
Cerró sus ojitos queriendo hacerse  el dormido, pero Santa era muy vivo y antes de partir, le  guiñó el ojo y desapareció.

Así fue como Carlitos descubrió que San Nicolás si existía, no era lo que le habían dicho. Era un hombre grande, gordo y con una larga barba blanca, vestido con un traje rojo como en los cuentos.

Así, de feliz estaba, que olvidó al Niño, quien por no estropear la sorpresa, había dejado juguetes sobre su cama, con una pequeña nota que decía “te visité, con cariño Jesús”.

Y colorín colorado, la historia de Navidad de Carlitos ha terminado.


Autora: Iris Ponce
Diciembre 20, 2013

Y NACIÓ EN BELÉN...


Y NACIÓ EN BELÉN

Y aquella noche, como había sucedido en anteriores ocasiones para esta fecha, todos sentados alrededor de una fogata en el campo, escuchábamos atentos la historia que nos contaba el abuelo.

Siempre la misma historia,  pero era tan hermosa escucharla de su voz, que  sentíamos que estábamos allí, contemplando a ese pequeño que llegó a este mundo en un  lugar lejano, sin más hogar que un establo.

Si…

Oh! y aquella noche, todos los que se acercaron al establo, quedaron maravillados y sorprendidos al ver, acostado en un pesebre a ese hermoso niño que acababa de nacer.

Si, en un pesebre hecho de paja y cubierto por los ropajes que llevaban José y María.
A ellos, para acompañar al niño se unían la mula y el buey, los cuales veneraban al redentor, el que sería el Rey de los cielos y la tierra.

Y nació allí, porque llegando al pueblo pidieron posada y el único sitio disponible fue ese viejo establo, y tan cansados de viajar estaban, que decidieron quedarse allí, a pesar de que en cualquier momento, como ocurrió, nacería  Jesús, nombre escogidos por sus padres.

Tiempo atrás tuvieron que salir huyendo de su tierra Judea, porque el Rey Herodes, supo por adivinos, que nacería un Rey que lo destronaría y para protegerse mandó a matar a toda criatura nacida viva menor de 2 años y los que estuvieran por nacer.

Por esa razón, nació en ese lugar y era el hijo de Dios, porque así estaba escrito, nacería de un alma pura el Rey que nos libraría del pecado y  María fue la elegida para traerlo al mundo.

Una hermosa estrella brillaba en el cielo con una luz sin igual que indicaba el camino a todo
aquel que se enteraba de la buena nueva; y hasta tres Reyes llegaron trayéndole al niño hermosos presentes.

Así fue como aquella noche,  el cielo se iluminó, cantaron los ángeles y quedó registrado para la historia el nacimiento de nuestro redentor, quien años más tarde daría su vida para librarnos del pecado.
Así concluía el abuelo la historia, y volvíamos a la realidad, sabiendo que esa noche celebraríamos en familia la Natividad de nuestro Señor.

Y así como nos la contaba el abuelo te la he contado yo, deseando puedas disfrutar en unión familiar esta fecha hermosa donde damos y recibimos amor.




Autora: Iris Ponce
Diciembre 17, 2013