lunes, 7 de diciembre de 2015

EN BUSCA DE SANTA...


EN BUSCA DE SANTA
Había una vez una pequeña e inteligente niña, llamada Isabel, era linda, fresca y muy imaginativa,  la más aventajada en el colegio y  la menor de tres hermanos, Fabián y Ernesto, siendo la única niña de la familia.

Siempre su imaginación la llevaba a inventar historias y en sus fantasías, se veía volando rumbo al Polo Norte en búsqueda de Santa.  Quería saber si era cierto lo de los duendes; saber si Santa tenía su casa debajo de la nieve como había visto en las películas y también, quería conocerle, porque ya era diciembre  y se acercaba la fecha en la que Santa, debía montar en su trineo y repartir juguetes por el mundo!

No podía dejar pasar este momento, su papá estaba de viaje y mamá jugaba hoy cartas con sus amigas… que oportunidad más oportuna!

Sin pensarlo 2 veces, preparó su maleta, agarró su osito de peluche y su esfera mundial; eso si, esperó  pasara la hora del almuerzo cuando Marcela, la señora que hacía los quehaceres de la casa, se fuera a descansar; y  que sus hermanos mayores aún no llegarían del liceo.

Luego de la comida, fue a su habitación y esperó pacientemente hasta que sintió los pasos de Marcela por el pasillo que iba a su habitación; y, en ese momento, tomó todas sus cosas y salió por la puerta de atrás, inocente y llena de ilusiones pues iría al Polo Norte a buscar a Santa!

Tenía sus ahorrorritos, pues era muy comedida en sus gastos y guardaba siempre una parte de la remesa que le daban para la merienda; así que rauda, fue a la Terminal para tomar el autobús que la transportaría hasta donde quería llegar, pero… ningún carro la llevaba, a todo el que preguntaba, sólo sonreían, le tocaban su cabecita y seguían su camino, así estuvo un buen rato, ya casi se hacía de noche y no conseguía quien le llevara a cumplir su sueño.

Sin saberlo, Clara, una vecina a la que le pareció extraño verla en la Terminal con su maleta y muñeco en mano, se le acercó preguntándole con quién se encontraba?  Isabel inocentemente, le confesó su plan y Clara le dijo, que era imposible que llegara al Polo Norte, porque estaba demasiado lejos y para ello, tendría que montarse en muchos carros  y aviones.

Isabel, con su carita triste y viendo que le sería imposible realizar su fantasía, de la mano de Clara, regresó a casa, cansada, con hambre y desilusionada.

Allí fue recibida por su madre quien al verla, rompió en llanto, élla angustiada, había alertado a la policía para que fuesen en su búsqueda, después de que sus hermanos,  hubieren  buscado en los alrededores, en casa de los amiguitos y donde los vecinos; la abrazó tan fuerte, que Isabel pensó la iba a desarmar y luego de aquello, su mami le hizo prometer que ya nunca más intentaría volver a hacer lo que había hecho hoy.

Isabel, hizo la promesa y, luego de un buen baño y una rica comida, fue llevada por su madre al cuarto para que descansara, allí dándole un cariñoso abrazo y acostándola, le contó un bonito cuento y en un abrir y cerrar de ojos, Isabel se durmió profundamente.

En su sueño, logró llegar al Polo Porte y estuvo con Santa, quien al verla la cargó y sentó en su regazo, obsequiándole  leche y galletas; luego, la llevó al galpón donde trabajaban los duendes que le ayudaban a hacer los juguetes y mas tarde, la llevó a conocer al trineo mágico y a los renos: Trueno, Relámpago, Bromista, Cupido, Cometa, Dasher, Dancer, Prancer; y el último de todos, Rudolph, el reno de la nariz roja.

Al día siguiente, despertó emocionada y feliz, bajó corriendo a contarse el sueño a su mami y, a pesar de no haber podido ir personalmente al Polo Norte, en su sueño estuvo con Santa, sólo le faltó montar en el trineo; pero en otra oportunidad será…

Y colorín colorao… este cuento se ha acabado.


Autora: Iris Ponce
noviembre 30, 2015

martes, 24 de noviembre de 2015

VENDAVAL...


VENDAVAL...

La tarde moría, la noche se acercaba y con ella, un mal presagio, el cielo, rojo, encapotado, hacía más denso el ambiente, era extraño, con un tiempo así, el aire debería rugir entre los árboles, la brisa debería levantar la tierra a su paso; pero no, no era así, algo raro traía esta tarde en especial.

En las caballerizas, los caballos se mostraban agitados, intranquilos, relinchaban, como queriendo escapar de aquél lugar, nadie imaginaba lo que se avecinaba, salvo ellos.

Dicen que los animales tienen ese sexto sentido que a los humanos nos cuesta detectar, y que tan solo lo vemos, cuando tenemos encima el problema; pero en esta oportunidad, Pedro el dueño de la hacienda, si supo lo que avecinaba…

Su olfato auguraba tormenta y sin pensarlo 2 veces, recordando lo sucedido 5 años atrás en una hacienda aledaña, donde la tormenta llegó de tal manera, que no se salvó casi nada. 

De inmediato llamó a sus peones y les indicó que aseguraran muy bien los establos, que se hacía necesario buscar madera para resguardar a los animales que allí se encontraban, las caballerizas eran seguras; mas sin embargo, tomar las previsiones no estaba de más.
Enlazó a su mejor caballo y con 2 peones más, recorrieron los alrededores, para asegurarse que el ganado estaba resguardado.

Ya de regreso, sintió la brisa que se acentuaba, el cielo más oscuro con nubes negras muy cargadas y a escasos minutos, se desató una lluvia fuerte, densa, casi no se divisaba el panorama, se resguardó en la casa, su esposa un tanto nerviosa y sus hijos correteando de arriba a bajo por las escaleras.

Ella se abrazó a él y sólo atinó a decirle que todo pronto pasaría; pero no fue así, la lluvia siguió arreciando, se quedaron a oscuras  pues se fue la luz, los niños gritaron  ahora si, asustados, era una gigantesca tormenta, con vientos huracanados y a medida que transcurrían las horas, se tornaba peor la situación, se aventuró a salir y lo que veía nada bueno auguraba, se había anegado la caballeriza y 2 de los caballos estaban ahogados, casi sin vida, entre ellos su mejor caballo.

No supo que hacer, trató de rehabilitarlo… pero nada, no pudo llamar al veterinario pues las redes telefónicas se habían caído con la tormenta, donde guardaba  el ganado, se habían volado las cercas al igual que la madera y ya no estaban las vacas, las gallinas,  sumergidas en el agua… todo perdido.

Al final, casi amaneciendo, con el mismo cielo encapotado y enrojecido, pero amainada la tormenta, montado en la barda donde entrenaban los caballos, lloró su pérdida.

Su hermoso caballo, su compañero había muerto, solo restaba esperar que bajaran las aguas y comenzar de nuevo...


Autora: Iris Ponce
Noviembre 15, 2015
Inspiración Visual LXXIII

UN MÁGICO LUGAR...

UN MÁGICO LUGAR

Como siempre, mi imaginación me lleva a visitar espacios y lugares que en el presente, sé sería algo difícil creer.

Esta vez, recorriendo una antigua montaña que se encontraba oculta en los páramos andinos una mañana de sábado, mientras fui de vacaciones junto con unos compañeros; algo llamó mi atención y me desvié del camino, ese algo, era una luz muy brillante que suspendida en el ambiente, giraba de manera extraña, casi a mi alrededor.

Esa luz, hizo que me apartara del grupo y siguiéndola, fui a dar a un paraje solitario, en el cual desembocaba un agradable riachuelo y dos pequeñas cascadas que caían armoniosamente sobre piedras hermosamente talladas y dispuestas de manera que abrían un cause entre el agua y ellas, donde peces de diversos colores iban y venían danzando en la corriente, la espesura del lugar, era extraordinaria y quedé cautivada con lo que veía…

De repente, como por arte de magia, delante de mis ojos fueron apareciendo pequeñas figuras aladas que, sin percatarse de mi presencia, se bañaban en esas aguas y a un costado un ser de color verde casi transparente, muy parecido a Peter Pan,  ese de nuestros cuentos de infancia pero en versión femenina;  y llevaba en su mano, la misma bola de luz que hizo me acercara a ese lugar, era  muy intensa, subía y bajaba en su mano, como si quisiera hipnotizarme por el movimiento que realizaba.  Este personaje no hablaba; más sin embargo, se escuchaba una música celestial que inundaba el ambiente.

Me conseguí entre duendes y hadas que entraban y salían del lugar.  Allí correteando en el agua, jugando de manera infantil, sentí que volví a tener 7 años, y que no había nada mejor, que encontrarme en ese lugar con inmensos árboles que me llenaban de paz.

En un instante, me ví suspendida en el aire, volaba… de la mano de aquella duende, fue un momento mágico; tan irreal era aquello, que jamás se me ocurriría contarlo, me tildarían de loca; pero aquello sucedió.

 No sé cuánto tiempo transcurrió desde que me separé del grupo; hasta que me conseguí de nuevo con ellos; hoy  lo recuerdo y pienso que en algún momento me quedé dormida y sólo fue un sueño; pero en mis manos, quedó un pequeño recuerdo de ese instante mágico…

Que era? unas hermosas alas, las mismas con las que me sentí volar.



Autora: Iris Ponce
agosto, 14, 2015 

ESPANTAPÁJAROS...


ESPANTAPÁJAROS

Horrorizado, al abrir los ojos, no podía dar crédito a lo que sucedía, no sé cómo ni cuándo pasó, por qué estaba allí, parecía un cementerio abandonado, ¿quién me había llevado a ese lugar?

Desperté y estaba aquí arriba, mis pies sobre troncos de árbol seco, mi cuerpo cubierto con ramas de igual naturaleza,  y el lugar nublado por una espesa niebla…

Traté de zafarme, más me fue imposible, grité pidiendo ayuda; sin obtener respuesta, nadie acudía, definitivamente, tenía que ser una broma de mal gusto, estaba suspendido, colgado… y al mismo tiempo pegado a ese follaje seco, sin vida.

Sólo recuerdo la velada en aquella casa, por vez primera acudía invitado por esa joven hermosa, nos conocimos meses atrás, más sin embargo no sabía casi nada de ella, había llegado hace poco al país y se hospedaba con unos tíos lejanos, al menos eso me había dicho; lo demás es borroso, se que tomé varias copas de un vino, que ella misma me brindó, nada más y ahora estaba colgado en este lugar.

De repente escucho a lo lejos gritos, tal vez alguien más pidiendo ayuda como yo, de pronto… el silencio, un silencio que helaba la sangre, jamás había estado en un cementerio, le temía; y ahora estaba aquí a merced de no se quién,  y por más que intenté despojarme de todo aquello y salir de allí, fue imposible, las ramas ya se habían apoderado de mi cuerpo, formaban parte de mi,  no podía dar crédito a lo que me estaba pasando.

Sentí pasos y pensé vienen a ayudarme, gracias por escuchar mis ruegos; sólo atiné a decir  Dios! porque de pronto de la nada,  un enorme y extraño animal mitad bestia, mitad humano, no pude decir más, el susto me paralizó, más aún al ver a la criatura que le acompañaba, un par de viejos horribles, llevando en sus manos utensilios de labranza, me observaron, rieron y escuché decirles, “amanece y pronto vendrán los cuervos, se ha cumplido la ofrenda” no entendí lo que pasaba, sólo les advertí que me bajarán; pero sus risas estruendosas opacaban mi voz, se alejaron y quedé allí, mi cuerpo se tornó rígido y desde entonces, hasta hoy, vivo secándome, sólo soy ramas, que sirven de aposento a un sin fin de cuervos que llegan a descansar a ese lugar para luego seguir su viaje rumbo quien sabe a dónde.

Pienso más no siento, ya ni hablar pude más, solo mis ojos aún con vida observan, mientras año tras año siguen apareciendo otros que como yo, vinieron a disfrutar de una velada, tal vez invitados por la misma joven…


Autora: Iris Ponce
noviembre 14, 2015

jueves, 17 de septiembre de 2015

ASÍ COMO EN MIS SUEÑOS...

 

ASI COMO EN MIS SUEÑOS
 
Y la ví, allí estaba, a la entrada de ese viejo pero elegante edificio que fungía como teatro, al cual habíamos acudido a ver una obra que se estrenaba esa noche escrita y dirigida por dos buenos amigos.

Era exactamente igual a como la había soñado, majestuosa, bella, apacible, digna de reyes, sus escalones amplios y de bordes ovalados realzaban aún más la elegancia que suponía subir por ellos.

Al verla… quedé eclipsada.  ¿Cómo era posible que en verdad existiera, por qué era una constante en mis sueños, qué significado tenía  y por qué ahora?

Todas esas interrogantes daban vueltas en mi mente; era real y estaba ante mis ojos y por alguna extraña circunstancia en esa pequeña ciudad que entre nieblas se divisaba en noches de luna llena.

Pedí a mis amigas se adelantaran, pues tenía que ir al tocador y en lugar de ir, me quedé allí contemplándola, sabiendo que al fin iba a poder subir esos escalones que siempre desaparecían en mis sueños.

Tan sumergida en mis pensamientos me encontraba que sin pensarlo, empecé a bailar sujeta al pasamanos, hasta que de pronto, una risa contagiosa me hizo recobrar la cordura y; al mismo tiempo, que trastabillara y en la caída, sentí el fuerte apretón de unos brazos que evitaron que fuera a dar de frente al frío piso.

Era tanta mi vergüenza, que en un principio no me percaté de su presencia varonil. Al disculparse, pude detallarle y en verdad, me causó una grata impresión, la cual creo fue recíproca pues su hermosa sonrisa me hizo sentir a gusto.

Luego de presentarnos y sabiendo que íbamos a ver la misma obra de teatro, me tendió su brazo y por fin… pude subir aquellos escalones que sin pensarlo, se habían cruzado en mi camino, para decidir mi destino al lado de ese hermoso príncipe azul que a pesar de no haber estado en mis sueños, desde ese entonces estuvo en mi vida.



Autora: Iris Ponce
septiembre 16, 2015

lunes, 31 de agosto de 2015

LA CASITA ENCANTADA...

 

LA CASITA  ENCANTADA

Era una tarde lluviosa, fría… gris…

Pasábamos las vacaciones cerca de un pueblito  perdido en la montaña, al que acudíamos cuando necesitábamos alejarnos del bullicio de la ciudad, lejos de todo, sin más comodidades que las elementales, no había ni televisión, ni teléfono.

Esa tarde husmeando por los alrededores, divisamos a lo lejos, una pequeña cabaña de madera, aislada de todo, en su frente, sólo una puerta y una vieja ventana que se ofrecían al visitante; a su alrededor mucho arbusto seco, pudimos constatar que hacía mucho tiempo nadie pasaba por allí.

Nos acercamos con cuidado… pudo más la curiosidad; y en verdad,  no observamos nada extraño; ella, (la casa) sólo estaba allí, envejecida, casi en ruinas; sin embargo, al empujar la puerta, escuchamos armoniosas risas, que venían de quien sabe que sector de la pequeña cabaña y de pronto, delante de nuestros ojos, cobró vida, se iluminó, transformándose de una cabaña lúgubre, a una preciosa casa de campo, hermosamente decorada, con muchas flores, y no sabemos de dónde, asomaron sus cuerpecitos dos pequeños y hermosos niños de cabellos dorados y caritas sonrosadas; jugaban sin percatarse de nuestra presencia, para ellos no existíamos, reían y cantaban algo que no entendíamos, era otra lengua y así como entraron, desaparecieron y, a pesar de que salimos tras ellos, no pudimos encontrarlos.

En nuestra búsqueda, llegamos hasta la cocina, espaciosa, decorada de manera rústica y daba una sensación de calidez increíble, sobre todo, por los aromas que se respiraban en ese recinto y  a pesar de no haber nadie allí  humeaban ollas y estaba la mesa servida, esperando comensales para dispensar el servicio.

Nuestra sorpresa iba en aumento; nuestras miradas y cerebros, no podían comprender cómo había surgido esta transformación?, era irreal creer que detrás de esa puerta, existía un mundo totalmente distinto, en verdad, algo inimaginable.

De repente, al igual que con los niños, apareció en la estancia una señora de baja estatura, delicada y sonriente, que muy amablemente nos invitó a sentarnos a la mesa, no sabíamos que pasaba, sólo le hicimos caso y, no lo podemos negar, disfrutamos del mejor festín jamás pensado; a pesar de que no logramos identificar el lenguaje que hablaba y sin entender lo que decía, su amabilidad y atención nos ganó el corazón.

Nos marchamos casi anocheciendo, con la promesa de volver y, cuando atravesamos la salida, la cabaña, volvió a ser la misma triste y vieja casita de cuando llegamos.

Religiosamente año a año regresamos, ya se nos hizo costumbre visitar a los extraordinarios seres que habitan esa cabaña, la cual sigue conservando la misma fachada exterior más luego cuando ya estás dentro, comienza la transformación que es la que nos mantiene atada a querer volver, es algo tan extraño, porque parece que en un punto de la historia, ella quedó suspendida en el tiempo.

Una aventura que guardamos para nosotros y que hoy comparto con ustedes; pero no pretendan que les diré dónde se encuentra, es nuestro mejor guardado secreto y sólo podemos decirles que… es una casa encantada.


Autora: Iris Ponce
Agosto 30, 2015.



domingo, 8 de marzo de 2015

SIN NADA...


SIN NADA…

Aquí estoy, sin nada, casi como Dios me trajo al mundo…

Sólo me queda mi conciencia que no se vende, mi corazón que aun palpita y mis manos para comenzar de nuevo.

He perdido todo, hasta mi paz, deambulé, recorrí mil veces un mismo camino tratando de encontrar la razón de seguir viviendo y; después de recapacitar, casi hasta la locura, regresé de la nada, del olvido…

Recorro mis pasos...
Qué tengo, qué espero, qué he de buscar?
No tengo nada, no espero nada, pero buscando encontraré de nuevo la senda de la cordura y comenzaré a reconstruir las bases de lo que fue mi vida.

Me acompañan las ilusiones de un nuevo presente y la esperanza de un incrédulo futuro ah! y mi gato, callejero, que un día le di migajas de lo que no me sobraba y, desde entonces está conmigo.

Aquí recostado en este trozo de árbol ya seco como mi vida, recordando un pasado que ya no lo será más, digo adiós a los recuerdos.  Cuando parta de aquí, lo haré con la conciencia tranquila y creyendo en mi, que si podré continuar andando esta senda, buscando renacer de las cenizas, con la esperanza siempre como mi norte, y de nuevo vivir…

 

Autora Iris Ponce

ESA NOCHE...



ESA NOCHE…

Esa noche, en mi caminar por las afueras del Convento donde fui a visitar a mi tía abuela que hacía vida seglar allí, me llegué sin pensarlo, a un pequeño rincón dónde la música, al acorde de un viejo piano, acompañaba a cuatro o cinco lugareños que sentados y tomándose una copas, tarareaban a su antojo las notas que despedía aquel piano.

Era un local pequeño; acogedor, unas siete u ocho mesas, bien distribuidas que, permitían al dueño, estar atento a cualquier requisito de la clientela.

No sé por qué; pero decidí quedarme allí, era un ambiente cálido, tranquilo y ameno, los que iban llegando se integraban a los que ya se encontraban y entre risas y abrazos, pasaban la velada.

Desde mi rincón los observaba y pensaba en los pendientes del día siguiente; las compras y maletas para partir en dos días; me quedé, pedí una copa de vino tinto la cual fue servida al instante acompañada con canapés de camarones… espectaculares; o tal vez era porque mi estómago ya requería de alimentos.

Ciertamente, era una zona pesquera; y la mayoría de sus habitantes, se dedicaban a esa labor; por ello, los camarones estaban tan frescos que tuve la osadía de pedir otro servicio.

Al cabo de un rato, se me acerca el pianista, en verdad, no le había detallado, ya que mientras tocaba, estuvo rodeado por los que coreaban sus canciones.

Era un hombre alto, de buen ver, con el cabello rubio, ojos claros, color miel; y una estampa gallarda; pero su cara mostraba dolor, angustia… soledad.

Me inspiró confianza y le permití que se sentara a mi lado, se acercó el dueño del local y le sirvió un trago de whisky, barato, y se alejo.

Empezó a conversar, y convino en que jamás me había visto por el lugar, que era la primera vez y que una de las canciones que interpretó la toco para mi.

Vaya! Que honor! Agradecida por su gesto; pero que puedo hacer por usted, le inquirí?

Nada, sólo que, a pesar de estar rodeado de personas conocidas, no me siento capaz de entablar conversaciones con ellas; usted me inspira confianza, respeto y me gustaría estar a su lado, si me lo permite.

Como no tenía nada mejor que hacer en ese momento, acepté su compañía y, entre trago y trago comentó parte de su vida, nada sorprendente por su puesto.  Le comenté que estaba de paso, que estaba allí por unos días, ya que un familiar se hospedaba en la zona.

Fue una conversación amena, hasta que reparé en lo tarde que era y me dispuse a marchar, no sin antes cancelar lo que habíamos consumido; pero él amablemente no me permitió que lo hiciera, con pena le agradecí y salimos. Me abrigué, y dando pasos cortos por lo ameno de la conversación, nos encaminamos hacia el malecón, una brisa fresca nos golpeaba y, al clarear de la luna llena, observamos como la marea, un poco alta, dejaba sentir la fuerza de las olas al romper contra las piedras que dispuestas estaban para frenarlas.

Nos llamó la atención tres sombras que en la oscuridad, arrastraban algo detrás de un peñero que se encontraba ubicado a un costado del malecón y decidimos quedarnos quietos, detrás de unos matorrales, para no ser observados, pues los hombres no daba buena impresión.

Algo se traían, no era nada bueno, lo que arrastraban, de repente empezó a cobrar vida y vimos con estupor que era uno de los señores que horas atrás había estado compartiendo en el local al lado del pianista; que a todas estás no lo he identificado, al igual que yo. Vaya momento para hacerlo; me llamo Angélica; pero mis amigos me llaman “lita” y él se llama Ricardo Espejel.

Al darse cuenta de quien era el hombre al cual estaban agrediendo, la primera reacción de Ricardo fue salir en su defensa; pero éramos 2 contra 3, y yo mujer; más sin embargo luego de sopesar las consecuencias, nos arriesgamos y salimos al encuentro de los malhechores, eso sí armados con piedras que agarramos y guardamos en nuestros sacos, nos hicimos pasar por una pareja de enamorados que paseaban bajo la luz de la luna; y al percatarse de nuestra presencia, quisieron disimular su fechoría; pero al verse descubiertos quisieron agredirnos; haciendo nosotros uso de las piedras que llevábamos logramos persuadir a los desalmados y huyendo del lugar logramos recuperar al caballero que tendido en la arena se limpiaba la sangre que manaba de su cabeza.

Le ayudamos, eran unos aprendices de ladrón que no portaban ningún tipo de armas, pero lo sometieron porque tenía unos tragos demás; le habían dejado sin sus pertenencias, pero estaba vivo, nos agradeció la ayuda y pidió le acompañáramos hacia dónde se hospedaba, cerca de dónde yo lo hacía; lo dejamos instalado en su habitación y luego de comentar lo sucedido, tocó despedirnos; un beso suave rozó mi mejilla y por instinto le devolví el beso, no sin antes sentir el olor suave que desprendía su cuerpo.

Al día siguiente, luego de hacer parte de las compras que me aguardaban me encontré como habíamos acordado, con mi tía, a la que le comenté lo sucedido la noche anterior; y luego de almorzar con ella, la dejé en el Convento y recogiendo mis pasos me dirigía hacia la posada, cuando me conseguí de frente con Ricardo quien me invitó a una pequeña estancia donde vendían dulces artesanales, de lo más pintoresca; y allí sentados, disfrutando de un chocolate y galletas de mazapán (únicas) pasamos la tarde.  Ya se acercaba la hora de la despedida y sentía que algo estaba sucediendo dentro de mi; sentí tener que dejarle; pero al día siguiente tenía que regresar a mi casa.

Me aguardaban mis  pequeños, Candy y Romeo, dos perritos mestizos hermosos, mis guardianes y compañeros y una agenda repleta de compromisos.

Nos intercambiamos direcciones y  teléfonos y acordamos a que cuando fuera a la ciudad, nos encontraríamos.

Así fue como al día siguiente, luego de volvernos a encontrar y de despedirme de mi tía, regresé a casa, donde me embargó la nostalgia…

No habían transcurrido las 3 horas, cuando sonó el teléfono; era Ricardo que quería saber cómo había llegado y entre risas, me comentó que no había llamado antes, porque no quería pecar de indiscreto.

Estuvimos conversando un par de horas y así fue, sin proponérnoslo, como con la cercanía de nuestras voces, nació una bella historia de amor.

Las pláticas continuaron día a día, hasta que una mañana, tocan a mi puerta y con un hermoso ramos de rosas rojas, le vi… apuesto, galán, atractivo, mucho más de cómo lo recordaba; fue un momento maravilloso e inolvidable; nos abrazamos y el impulso hizo que nuestras bocas se juntaran en un interminable beso, que sólo fue roto, por los incontrolables ladridos de mis compañeros.

Largas horas de pláticas, salidas y encuentros románticos, hasta que un día en una preciosa ensenada, tomando mis manos y colocando un anillo en mi dedo, me ofreció matrimonio.

A pesar de que me parecía prematuro, accedí, me llevó a conocer a su familia y luego de varios meses, nos casamos; hoy día, felizmente comprometidos con esta unión esperamos nuestra primera descendencia, una preciosa niña que hará que nuestra dicha y felicidad sea aún mayor.

Dios nos ha bendecido y le agradezco a la vida haber conocido a Ricardo en ese paseo que hice.  De eso hace ya 3 años; aún sigo visitando a mi tía; pero con él y nuestra pequeña, Ah! junto con Candy y Romeo, que conforman este hermoso grupo familiar.


Autora: Iris Ponce


MI VIEJO VIOLÍN...



MI VIEJO VIOLÍN

Arrumado, en el sótano de aquella mi vieja casa, encima de libros y viejos cuadernos… estaba él, mi violín, mi compañero de notas tristes que acompañaban el dolor que mitigaba mi alma en aquellos años de juventud, cuando mis sueños estaban rotos y  pensaba que estaba en un lugar equivocado, alejada de lo que debería ser mi vida, donde nada me acomodaba; donde mi sentir era, que no era querida por nadie… bueno, por nadie no, allí estaba siempre él, mi amigo de noches de soledad y de insomnio.

Como pasa el tiempo! las cosas, los sentimientos y los recuerdos no son los mismos; ya miro al mundo desde otra perspectiva, han cambiado mis opciones, tengo otra vida, otros sueños, soy feliz  y por ello,  hoy cuando  por casualidad bajo hasta aquí,  lo veo, está aún allí, como observándome, callado, quedo…

Lo dejé olvidado cuando mi vida cambió; y a pesar del tiempo, querer  dar los primeros acordes, he comprobado que está intacto, sus notas claras y bellas me acarician y recordando a un ayer, distante, regreso al presente.

Lo abrazo y con lágrimas en los ojos, lo llevo conmigo, lo acomodo en mi regazo y después de varias horas de música cálida, lo dejo descansar.

Ya nunca más estarás sólo, irás conmigo y tendrás un lugar especial como cuando joven lo tuviste en mi corazón

De nuevo suenas para mi, con otras notas, otros soles y soy feliz.


Autora:  Iris Ponce

Febrero 25, 2015

EL BENDITO INTERNET...




EL BENDITO INTERNET

El…
Cielo, como estás, como te sientes, cómoda, satisfecha?

Ella…
Cómoda, satisfecha… más que complacida!

El…
Te ha gustado lo que acabamos de hacer?

Ella…
Si cielo, lo he disfrutado al máximo, jamás imaginé que sería así

El…
No sabes cuanto me emociona leer lo que me dices, sabes? También es mi primera vez y sentía temor al no estar a la altura de las circunstancias.

Ella…
No cielo, no temas, cómo puedo saber si no es lo suficientemente bueno lo que hemos hecho, no he estado con nadie más?

El…
Sólo sé que ha sido maravilloso estar contigo! Eres hermosa, delicada y me ha encantado esta experiencia.

Ella…
Siento lo mismo, lo volvemos a hacer?


Esta es la conversación entre dos sordo mudos en su primera experiencia sexual.
Bendito Internet, que facilita las comunicaciones… hasta para hacer el amor!!!

Espero les haya agradado.

 

ANGUSTIA...


ANGUSTIA...

No comprenden mi angustia, mis nervios,  no, no estoy loca y ustedes dos, sólo me miran sin reaccionar como afirmando mi demencia?

No entienden el por qué de mi desesperación?

Se ha extraviado  mi futuro… si no aparece esta agenda, todo se ha perdido, mi vida, mis ilusiones, mis sueños… y ustedes, siguen contemplándome sin ofrecer tan siquiera ayuda!!

Ya busque tres veces en mi bolsa, he sacado una a una cada  agenda que he conseguido en las bibliotecas, nada, dónde está?

Allí esta guardada toda la información que necesito para culminar este Proyecto, noches en vela, números telefónicos, direcciones, todo, todo está allí, por Dios!! Ábreme los sentidos y ayúdame tú ya que estos seres insensibles sólo miran y de seguro por dentro ríen de mi desesperación…

Debo encontrarla, sólo me queda respirar profundo, cerrar los ojos e implorar un milagro.

Si no aparece…  todo habrá acabado y ese futuro hermoso para mi y mi hijo, terminará antes de haber comenzado.

Resignación, guardaré todo y me presentaré en la Junta explicando lo sucedido, no tengo excusas; pero si no acudo será peor.

Que sea lo que Dios quiera….


Autora: Iris Ponce

   

A SEMBRAR...


A SEMBRAR…


Salgo a la calle, respiro ese aire húmedo de estos días y siento la necesidad de caminar, no correr, porque sería alardear de algo que saben, no puedo; pero sentir el aire puro que penetra en mis pulmones, me hace sentir mucho mejor.

Llego a casa y observo el jardín, lo he descuidado un poco, luego del desayuno, aprovecharé el tiempo y trataré de acondicionarlo.

Necesito nuevas plantas para oxigenar las pocas que tengo.  Así que pido ayuda al vivero y me hice de unas cuantas plantas que crecen lo suficiente para dar sombra y adornar este espacio tan grande.

Me pongo ropa cómoda y comienza mi labor artesanal, primero corto todo lo que está seco, limpio el área y coloco tierra nueva, grava y clasifico las plantas; ésta particularmente, crecerá alta y frondosa, porque es un árbol, el cual dará sombra en esos días de sol y cobijo en los días cálidos o lluviosos.

Eso necesitamos, sembrar, para poblar la tierra, oxigenarla, porque muchos se han dedicado a deforestar; pero muy pocos a reponer tanta tala y quema, que nos está dejando sin espacios para recrearnos.

La tierra se nutre de ese oxígeno que cada tala indiscriminada, tanto incendio sin control destruyen nuestro ecosistema.  Estamos propiciando aceleradamente nuestra muerte física, si no ponemos un alto y ayudamos a la conservación de nuestros recursos naturales.

Si cada uno de nosotros sembrara una planta, un árbol, una flor…

Cuántos millones estaríamos contribuyendo a restituirle a la tierra lo que le hemos quitado?

Cuántos millones de plantas se sembraríamos?

Pero tal vez, sigo soñando despierta, es una utopía que jamás se hará realidad; así que no me queda más que regar y sembrar mi jardín; quizás el vecino se anime y haga lo mismo en el suyo y pueda que los demás se animen y, al menos en la cuadra, dentro de unos 5 o 6 años, existan árboles que puedan brindarnos un poco más de aire saludable.
Soñar con un mundo mejor, no cuesta nada.

Vamos, hagámoslo juntos, siembra un solo árbol y verás lo bien que se siente!



Autora: Iris Ponce
Enero 15, 2015-01-15

Inspiración Visual LIII 

viernes, 27 de febrero de 2015

TE ESPERABA...



TE ESPERABA…

Desde hace días, siento pasos en la casa, son suaves, lentos, como si no quisiera quien camina, ser descubierto.

Pasan los días y sigue estando esa presencia; porque sé que algo o alguien está afuera caminando, buscando algo, no sé que será; pero está allí, como esperando que salga… y me da miedo.

Duermo intranquila, sé que en cualquier momento se presentará.  He optado por dejar luces encendidas y hasta velas le he puesto, por si es un alma en pena que no consigue el camino de regreso a su mundo, porque debe estar muerto puesto que así como llega, se va…

Más sin embargo, esa noche,  algo pasó, sentí en mi cuarto algo extraño, un olor a rosas y un aire fresco que mecía suavemente las cortinas que cubrían las ventanas.

Me encontraba cansada, pero deseaba terminar de leer el capítulo de la novela que había comenzado, Rosas en Cautiverio, no sé cuando caí en un sopor; pero lo que si sé fue, que lo que sucedió después, fue real…

Estando es ese trance, presentí que alguien estaba a mi lado, sentí su respiración, cálida, suave, y unas manos, tocaron las mías, me asombré; más no sentí miedo, le dejé hacer, poco a poco sus manos se fueron apoderando de mi cuerpo, no hubo rincón que no palpara y  las sensaciones que provocaba iban en aumento,

Sus toques eran sublimes,  me acarició despacio y allí estaba yo, domada, a su merced; pero no quise hacer nada pues me sentía cómoda, a gusto con lo que en mi estaban despertando esas sensaciones.

Sentí en mi cara su respiración y de repente mi cuerpo  fue acoplándose al de él, estaba  en éxtasis, tomo el control, vi el cielo y luego de eso me dormí.

Desperté a la mañana siguiente sola, pero recordaba cada momento de esa noche, no quería salir de la cama, no fue un sueño, lo viví y fue emocionante.

Quién era, que hacía en esta casa, que buscaba?

Mis preguntas no tuvieron respuestas; sólo sé que desde esa noche… le espero.



Autora: Iris Ponce

Febrero 27, 2015

miércoles, 25 de febrero de 2015

ROCÍO...


ROCÍO...

Amaneció…
y el sereno ha dejado en mi ventana su huella,
su esencia y su rastro aún se siente en el ambiente,
huele a tierra mojada, a campo… a pueblo!

Mi jardín, recibe día a día esa caricia que deja cuando pasa,
suave, sutil, casi imperceptible al que callado duerme.

Yo, desde mi ventana, observo como enamorada,
la caricia que sienten mis rosales cuando
al despuntar el alba, llega el rocío y  humedece sin distingo
sus hojas, sus ramas, sus pétalos…

No importa si están cerradas, todas reciben ese baño bendito
que no es más que una halago que desde el cielo
Dios les envía para que nosotros los humanos,
podamos seguir disfrutando de lo hermosa que es la vida,
vista con los ojos del alma a través de un cristal
y rodeada de un sembradío de hermosas rosas que me hacen
sentir viva y fresca, como han de sentirse ellas, cuando cada amanecer
esperan complacidas la llegada de esa caricia matinal.

Lluvia, sereno, rocío… sea lo que quieras ser, sólo llega y
embellece mi jardín y nunca olvides dejar tu huella en mi ventana…
así, recordaré el paso de mi amado cuando deja en mi cama
una hermosa rosa roja, en señal de amor eterno.


Autora: Iris Ponce
Febrero 23, 2015


jueves, 8 de enero de 2015

LA PRINCESA Y EL AVE...


LA PRINCESA Y EL AVE

Érase una vez una hermosa Princesa, a la que le encantaba corretear por los jardines de Palacio; siempre con su risa cantarina y una dulce canción que repetía desde chiquilla, la misma que su nana le había enseñado y que contaba la historia una bella niña,  tremenda y correlona que jamás se estaba quieta…

Como todas las mañanas, salió al jardín y escuchó a lo lejos el canto de un pajarito de vistosos colores, su curiosidad, la llevo a seguirlo, hasta encontrar un frondoso árbol donde, escondido entre las ramas más altas, se hallaba un  pequeño nido.

Como decía la canción que continuamente tarareaba, siempre de tremenda, no tardó en escalar al árbol, y con algunos tropiezos, logró alcanzar la rama donde se encontraba el nido y dentro de él 3 huevecillos.

El pequeño pajarito, tan pronto vio que estaba en peligro su nido, empezó a revolotear alrededor del mismo tratando de defenderlo y; para sorpresa de la hermosa Princesa, la picoteo.

Decidió bajar del árbol pero, a partir de entonces, cada día se acercaba al nido, llevando consigo algo para el pajarito, fue un reto; pero al final lo logró, la pequeña ave le perdió el miedo y con el paso de los días,  consiguió que se posara en su mano.

Desde entonces, esperan juntas, el nacimiento de los pequeños, ella tarareando su acostumbrada canción;  y el hermoso pajarito con su alegre trinar, llenando el ambiente de música y color.

Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.



Autora: Iris Ponce
Enero 08, 2015 

miércoles, 7 de enero de 2015

MI SUEÑO..

 

MI SUEÑO

Y lo soñaba, noche a noche aparecía en mis sueños esa imagen de otro mundo, otra tierra…

Me intrigaba esa repetición  y en ella yo, sola, tratando de comprender el por qué de encontrarme allí, era algo irreal; más sin embargo, la belleza que irradiaba el lugar me intrigaba.

En mi sueño caminé un largo trecho, no había nadie más; trate inclusive de ingresar a lo que parecía un edificio, imposible, no tenía puerta de acceso, fui hacia otro, igual no pude entrar.   Me dio sed, sólo estaba una pequeña laguna rodeada de arbustos; llamó mi atención que en medio del concreto se encontraban pequeños veleros, con sus velas izadas, me contuve y traté de pensar en otra cosa.

Alcé la vista, un cielo claro, azulito; y hacia el horizonte un enorme satélite o planeta? No lo sabría, respiré y sin pensarlo, inicié el camino que me llevaría hacia aquella ciudad que se alzaba  altiva ante mis ojos…

Nunca sabré si llegaré a ella, por qué?

Porque cada vez que inicio la marcha… despierto.

Que significado tendrá ese sueño, porqué se repite constantemente?

Solo espero que alguna vez pueda llegar al final del camino, estar allí y encontrar la respuesta que despierta busco sin hallarla.



Autora: Iris Ponce
Enero 07, 2015