viernes, 15 de enero de 2016

NO ME DEJES...


NO ME DEJES!

Aurora y José Ramón, se conocían desde niños, habían asistido juntos al colegio, eran compañeros de correrías y de juegos; crecieron y conservaron esa hermosa amistad; los años transcurrieron y todo con mucha normalidad; hasta ese día…

Una fecha especial, reunió a todo el grupo de amigos que por tantos años, habían estudiado y compartido esa vida de estudiantes; hoy día, todos profesionales, entre ellos, médicos, abogados. ingenieros, consultores, etc., todos emocionados con este reencuentro que serviría para recrear esos momentos vividos.


Fue una tarde noche especial, hubo de todo, y todos disfrutaron de la velada que se extendió hasta el amanecer.

Para entonces, ya algunos habían marchado, ya que el camino de regreso era largo, pues la reunión se había realizado en la casa de campo de los abuelos de José Ramón, quienes gustosamente la cedieron para este acontecimiento.

Mucha música, pasapalos, bebidas  y comida campestre en la tarde y ya, para la noche, todos en traje formal brindaron y celebraron la amistad por tantos años cosechada.

Aurora y José Ramón fungieron como anfitriones y en verdad, la reunión les quedó espectacular, nada de desperdicio, todos quedaron complacidos y felices marcharon, augurando futuras reuniones..

En la soledad de la estancia, José Ramón vio la gran oportunidad, para declararle su amor a Aurora, ese que por tantos años había guardado celosamente en su corazón,  ya que veía imposible que siendo tan amigos, ella, pudiera corresponderle; más sin embargo, tuvo la fuerza y el valor, en aquella estancia, de hablarle de sus sentimientos, le contó como desde niños, se había fijado en ella en aquel parque de juegos.

Desde entonces, aún siendo niño, supo que ella era a quien quería y con el paso del tiempo, ese sentimiento se fue acrecentando, haciéndose cada vez mas fuerte; pero sin atreverse a manifestarlo.

Aurora, en silencio, escuchó toda la historia, desde el colegio, secundaria y la universidad, pasando por sus cortas ausencias motivadas las mismas por sus trabajos y ocupaciones diferentes.

Estaba sorprendida con esta confesión que le hacía José Ramón, jamás, ni en sus sueños imaginó que sucediera esto.

Sin palabras para contestar a sus argumentos, sólo sonrió y al pretender dar la vuelta, escuchó cuando José Ramón le dijo… No me dejes, no ahora sin una respuesta; y sin más la besó.

Aurora,  incapaz de huir del abrazo y beso que movió hasta la última fibra de su ser, se dejó llevar por la emoción del momento y respondió con la misma fuerza.

Descubrió, que también le amaba; y que sin quererlo, estaba enamorada de su mejor amigo; así que desde ese instante, la unión entre ellos fue motivo de alegría para los abuelos de José Ramón y para los padres de Aurora, quienes llegaron a pensar que su única hija no se casaría jamás ni les daría descendencia.

Todo fue rápido y sin mucha pompa, planearon y llevaron a cabo la boda, que fue celebrada por el párroco de la Iglesia cercana a la hacienda, con la presencia de los abuelos de José Ramón, los padres de Aurora, los familiares más allegados de ambos;  y sin dudar, el grupo de amigos que desde el momento de aquella reunión, fueron más unidos que nunca.

Su luna de miel… algo íntimo y especial en un motelito alejado del mundo, donde disfrutaron del comienzo de sus vidas juntos.

Así concluye esta historia de amor entre dos amigos que, sin pensarlo, unieron sus vidas para siempre…


Autora: Iris Ponce
Diciembre 15, 2015

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