LA
SEMILLA Y EL CARACOL
Había una vez un pequeño caracol, paseando muy
lentamente por el prado, distraído y pensando en su soledad porque, a pesar de tener
su casa siempre a cuestas, no podía invitar a nadie a visitarlo.
Soñaba con tener muchos amigos, pero se le hacía
imposible, era lento para caminar y su casa le pesaba mucho, aun cuando si se
lo proponía, podía salir de ella.
Ese día consiguió en el camino, igual de solitaria y
al borde de la calzada a una pequeña semilla, que sólo podía moverse si el
viento soplaba fuerte y la arrastraba. No tenía manos, ni pies, no podía jugar
ni saltar por el camino, ni conocer nuevos lugares, que era lo que más deseaba hacer.
Luego de ayudarla a salir de la calzada y de que ella
le comentara sus deseos, el Caracol, a pesar de llevar su casa a cuestas le
dijo:
Semillita... ¿te
gustaría ser mi amiga? Y le habló de los lugares a los que él iba. Si aceptas
lo que te ofrezco, yo podría llevarte sobre mí, así conocerías mi casa y
podríamos los dos conocer nuevos lugares y tal vez más amigos!
La semilla emocionada y agradecida pues por fin podría
ir donde quisiera aceptó ser su amiga.
Desde ese día se hicieron inseparables.
Y colorín colorado, el cuento de la Semilla y el
Caracol se ha terminado.
Autora: Iris Ponce
Octubre 2010
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