LA PELOTA DE DIEGO
Se acercaba Navidad,
y la ilusión de Diego era poder ir al parque y jugar con sus mejores amigos,
aun encontrándose en esa silla de ruedas que le impedía correr como lo hacía
antes.
Por tremendo había
rodado por las escaleras de su casa y luego de varias operaciones, se
recuperaba satisfactoriamente, iba a caminar, pero debía utilizar la silla
hasta que sus condiciones mejoraran y pudiese volver a andar y correr como
antes.
Llegó Navidad, y
entre todos los juguetes que le trajo el Niño Jesús, encontró lo que deseaba,
su pelota… grande y blanca como la había soñado.
De inmediato, le dijo
a su papá le llevara al parque, de seguro estaban sus amiguitos y podría
compartir con ellos y jugar con su nueva pelota.
A pesar de estar en
esa silla, sus compañeros y amiguitos jamás lo menospreciaron, al contrario, se
desvivían por ayudarle a soportar esos días pesados, cuando el cansancio y el
dolor tocaban su corazoncito.
Ese día fue agotador,
se consiguió con Daniel y Pablo, dos de sus mejores amigos y compartieron una
tarde de juegos, risas, refrescos y
helados para calmar la sed por tanto correr y rodar la silla.
Ya cansados de tanto
jugar, decidieron volver a sus casas, tomar un baño y descansar, Diego durmió
esa noche, luego de la cena y de comentar su paseo como un angelito, pero eso
sí, con su pelota al lado, para recordar y soñar que dentro de poco volvería a
correr por el parque, pero sin la silla y rodeado de sus queridos amigos.
Llegó Navidad y lo
consiguió feliz y emocionado.
Autora:
Iris Ponce
Descubriendo
la Poesía
Noviembre
10, 2012
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